Al inicio de año es común preguntarse cuáles son nuestros propósitos de año nuevo, e incluso hacer bromas al respecto, sobre cómo, un año más, no los vamos a cumplir. Humor sarcástico aparte, estos momentos del año que marcan hitos en el avance del tiempo, nos vienen bien para volver a plantearnos la vida que queremos y cómo vamos avanzando en ella.
Para algunas personas es tras las vacaciones de verano, con «la vuelta al cole», pero para muchas, enero es este momento. Enero tiene como ventaja que el entorno nos recuerda esta revisión y los propósitos. Tiene como inconveniente que, en nuestra región mundial, es invierno, los días son típicamente fríos y, puede que, grises, además de que nos encuentra todavía con algo de empacho y otras frustraciones de las fiestas. Pero, al margen de la falacia del Blue Monday (lunes tristón), los hitos marcados son buenos momentos para hacer revisión y este mes es estupendo.
Para comenzar, podemos echar la vista al año pasado:
- ¿qué conseguimos?
- ¿qué retos afrontamos, elegidos o encontrados?
- ¿qué hicimos por primera vez?
- ¿qué nos funcionó? ¿qué hicimos bien o, incluso, muy bien?
- y ¿qué nos gustaría haber hecho diferente, mejor?
Esta revisión nos puede ayudar a tomar perspectiva. También, a identificar éxitos que, con el ajetreo diario, nos pudieron pasar desapercibidos y no le dimos el valor que merecían. O que no celebramos, ni tampoco nos paramos a sentir esa emoción positiva del orgullo, que es una de las que más nos ayudará a ponernos objetivos futuros.
Acompañando a la mirada al pasado, podemos dirigir la vista al futuro, y permitirnos soñar, reflexionar y decidir lo que queremos o lo que vamos a hacer.
Para ello, os propongo el mismo juego que me propusieron a mí este año nuevo. Con las felicitaciones, un amigo nos propuso un juego para el brindis, todos debíamos decir
- un propósito para este año: qué queríamos decidir diferente, hacer distinto a partir de ahora
- y un deseo: algo que quisiésemos conseguir tener o conseguir ser tras este año, aunque no supiésemos cómo, aunque todavía no fuese una decisión, solamente un sueño.
Me gustó la idea de separarlos, puesto que es algo que me encuentro a menudo, tanto en una sesión de coaching o de terapia, como en mí misma, a veces no nos atrevemos a ponernos metas porque no sabemos cómo conseguirlas, como si fuese más importante el cómo que el qué.
En mi opinión, tanto el cómo como el qué son igual de importantes. Eso sí, el cómo debe venir primero. Al igual que para la estrategia empresarial, primero se deciden la visión y los objetivos a alcanzar y luego se traza la estrategia para conseguirlos.
Cuando lo que queremos está claro, definido con toda la precisión que podamos alcanzar para algo que todavía no es, pero que en nuestra mente puede ser y se comienza a palpar, a visualizar, a percibir… cuando tengamos eso, nos será mucho más fácil encontrar el cómo llegar hasta ahí.
Así que te pregunto, ¿qué sueños tienes para este año?
Por mi parte, os deseo que encontréis cosas, ilusiones y personas bonitas para este nuevo año.
Una vez que empieces a tener respuestas, en plural, por qué no, ya puedes pasar a transformarlos en objetivos. Para ello, puedes encontrar más información en los siguientes artículos: