La atención es uno de los aspectos más determinantes de la productividad. Si no le prestamos atención a la tarea que estamos realizando no vamos a estar concentrados y nos llevará más tiempo y esfuerzo finalizarla.

En este momento de vuelta al cole, es importante conocer cuándo nos falla. Ya que con la incertidumbre que nos rodea y con el parón vacacional del que venimos, nos puede costar un poco poner nuestra concentración a punto para la vuelta a la rutina laboral.

La atención se encarga de controlar los procesos cognitivos, sin ella no puede haber ni un buen aprendizaje ni un buen razonamiento. Una buena atención y una buena concentración son claves para la productividad y, por tanto, para una gestión del tiempo eficaz. 

Habíamos hablado también de ella cuando explicamos el concepto de flow. Y hoy ampliamos más sobre el tema, para que sepas cómo aumentar tu productividad, evitando las amenazas más frecuentes a la atención y la concentración.

1. Elimina las distracciones

Para tener una buena concentración, la atención tiene que estar enfocada en la tarea que estás realizando. Las interrupciones y distracciones descienden nuestra atención, con lo que desciende nuestra productividad, y nos requiere un cierto tiempo volver a alcanzar esa concentración.

Así que, te recomiendo que te permitas desconectar o vaciar la mente de otros temas. Siempre puedes volver a ellos más tarde y dedicarles, ahora sí, tu plena atención. quizás hasta con una nueva perspectiva. 

En resumen, escoge un lugar libre de estímulos que puedan distraerte, porque un ambiente limpio y ordenado fomenta la productividad. Y apaga tu teléfono móvil o activa el modo avión.

2. Evita el multitasking:

Aunque muchas personas tenemos la tendencia de hacer varias cosas a la vez, para ahorrar tiempo, es una trampa. Es mucho más eficaz no hacer diferentes tareas al mismo tiempo, porque hace el proceso más lento y tu rendimiento no es el mismo.

Tener la mente en una sola actividad, supone tener la mente afilada, con todas nuestras capacidades a punto, al servicio de lo que sea que estemos haciendo. Nos permitirá concentrarnos mejor y tomar mejores decisiones.

3. No intentes acordarte de todo, saca cosas de tu cabeza:

Tener la mente permanentemente ocupada, intentando recordar reuniones, recados por hacer y dónde colocamos tal objeto, es un descenso de concentración asegurado.

Por ello, te recomendamos que te acostumbres a anotar lo que tienes que hacer, ya sean citas, tareas o ideas nuevas. 

Tener las cosas en una agenda o lista por escrito te permite tener claro lo que tienes que realizar y asegurarte de no olvidarlo. Puedes usar una agenda, un cuaderno o una app o web. El formato no es demasiado importante, sí lo es que siempre lo tengas a mano y que confíes en su disponibilidad. 

Si no te fías de los post-it, no apuntes en ellos las cosas de las que te tienes que acordar, puesto que tu mente seguirá intentando recordarlas, ya que no está segura de que esa nota haya servido para algo.

4. No saltes de una tarea a otra

Es normal que tengamos que realizar diferentes tipos de tareas, tanto en el trabajo como fuera. Y además están los imprevistos.

Al empezar a hacer una tarea, producimos más lentamente que cuando ya llevamos unos minutos en ella. Al cambiar a otra tarea, volvemos a necesitar esos minutos, especialmente si es diferente. 

Para aprovechar al máximo nuestra concentración, es conveniente agrupar las tareas que nos exigen de forma similar y hacerlas una a continuación de otra, y ya después, tareas que no requieren otros recursos o otra actitud. 

Es decir, si estás con el excel y tareas de cuentas, haz en el rato que tienes todas las tareas similares, y deja las de investigar en google para otro momento. Así aprovechas el estado de concentración que tienes.

5. Impide interrupciones largas

Y lo mismo sucede tras las interrupciones, volvemos a necesitar unos minutos para encontrarnos en lo que estábamos haciendo y poder volver a producir al ritmo anterior.

David ALLEN, en su libro de Getting Things Done (Organízate con Eficacia) dice que podemos permitir interrupciones de menos de 2 minutos, puesto que la atención sigue en lo que estábamos haciendo previamente. Pero interrupciones mayores nos suponen un descenso en la eficacia.

En resumen, los asuntos que requieren de menos de dos minutos de tu tiempo, puedes resolverlos rápidamente y continuar con lo que estabas haciendo. Los imprevistos o interrupciones que requieran más, no los atiendas en ese momento, sólo toma nota de ellos, para recordarlos cuando acabes lo que estás haciendo.

Con interrupción, no nos referimos sólo al email o el teléfono, o a interrupciones provocadas por otras personas, una interrupción típica es el murmullo de nuestra propia mente: las tareas por hacer, las decisiones por tomar… aparecen por nuestra cabeza quitando atención de lo que estamos haciendo. Parar para realizar esas actividades es un error, nos requerirá luego más tiempo volver a lo que estamos. Sin embargo, dedicar unos segundos a anotarlas sí merece la pena. Usa también con tu propia mente la regla de los dos minutos.

6. No retrases decisiones ni tareas pequeñas

Las decisiones sin tomar son una de las moscas zumbonas en el fondo de tu mente, que aparecen cuando menos te lo esperas causándote preocupación y disminuyendo tu concentración.

Típicamente, retrasamos decisiones para conseguir más información, para tener más datos, para elegir lo mejor. Sin embargo, las personas expertas en decisiones dicen que no mejora la calidad por esperar más y que se pierde en tiempo. No sólo el que empleas para decidir, sino que al actuar más tarde, si te equivocases, tendrías menos tiempo para corregir el rumbo que si hubieses decidido más rápido, y siguieses con tu atención en la nueva información que va apareciendo, para seguir tomando nuevas decisiones.

En una línea similar, no añadas cosas sin hacer a tu lista de tareas, todo lo que se pueda resolver en esos dos minutos famosos, atiéndelo en el momento que aparece: esa llamada que sabes que va a ser rápida, esa respuesta de email con dos frases… 

Al cerrar tus asuntos con rapidez, evitas que te causen desconcentración y permites que tu atención pueda estar en la actualidad y las nuevas decisiones de cada día.  

7. Evita el cansancio

Es obvio que el cansancio desciende la concentración y la productividad. Ten en cuenta tanto las horas del día en las que mejor tienes la concentración, como la posibilidad de hacer descansos. 

Las pausas son necesarias, para recuperar tu nivel de concentración y productividad en la jornada laboral, haces que el cerebro cambie de escenario y se relaje.

El periodo de máxima concentración es típicamente de 50 minutos, pero es una medida muy personal. Conozco a mucha gente que tiene franjas de concentración de un par de horas y que no descansa porque está en la zona, tremendamente concentrada, y quién se ha acostumbrado a frecuentes interrupciones y es raro que tenga un tiempo de más de 30 minutos seguidos de alta concentración. Si estás en el lado más bajo, la técnica Pomodoro te será muy útil. Si prefieres periodos más largos, puedes adaptarla, siguiendo una filosofía de pausas también acorde. 

En conclusión, respeta los descansos porque evitan el agotamiento y hacen que “recargues las pilas”. Pero tampoco excedas del tiempo determinado porque puede que pierdas el interés de retomarla.

También, hacer deporte, alimentarse de forma sana y dormir bien son básicos para mejorar nuestra concentración.

Cuidar la atención para una adecuada gestión del tiempo

En resumen, cuida tu capacidad de atención, entrénala si es necesario, o ten hábitos de salud mejores, o simplemente evita los errores más frecuentes que cometemos. La atención es clave para aprovechar tu tiempo de forma eficaz y satisfactoria. 

Te hemos contado más sobre productividad en éste artículo anterior. Cuéntanos tú, ¿qué otros métodos utilizas para mejorar tu atención? Cuéntanos en los comentarios.

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