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Hay opiniones para todos los gustos sobre trabajar desde casa, quién lo estaba deseando y a quién, más allá de parecerle práctico para un día, prefiere que no le toque y que ir a la oficina y rodearse de gente sea lo normal.

También, hay muchas formas de verlo, como no «perder el tiempo» en desplazamientos, como poder estar todo el día en pijama y zapatillas, como no aguantar cotilleos de nadie, como poder ponerte tú los horarios…

Es normal, cada persona tiene sus gustos. Aunque otra razón también es que perdemos la perspectiva en lo que hacemos todos los días y dejamos de ver las ventajas, para sólo percibir inconvenientes. Y así es una pesadez el moverse de sitio, y que te interrumpan en la oficina para pedirte algo, y levantarte todos los días con prisas para entrar en el atasco, y encima es una lata preocuparte de estar planchando camisas para ir con ropa de trabajo de lunes a viernes.

Y  no nos damos cuenta de la compañía que nos hace ver todos los días las mismas caras y tener conversaciones sobre temas en los que tenemos experiencia y aportamos. Ni del descanso que nos produce salir a la calle. Ni de lo que nos organiza la cabeza tener unos horarios y una rutina. Ni de lo que motiva y hace sentir bien con nuestra apariencia y nuestro cuerpo, el estar con ropa de calle y dando buena imagen.

Hay ventajas del trabajo que nos pasan desapercibidas

Porque el trabajo tiene muchas funciones, además de proveernos de una sensación de competencia y de hacernos ganar un salario. También tiene una función social, y una horaria, entre otras.

Y puede que las empecemos a notar al pasar los días que trabajemos a distancia. Como a nadie nos gusta no sentirnos eficientes y no saber dónde se nos está yendo el tiempo, y porque esta falta de rutinas y de contacto puede irnos quemando con el tiempo, voy a dar unas pautas fáciles para que podamos mantener esta situación sin que se nos caigan las paredes encima y podamos dedicar al trabajo tiempo productivo. Y tenerlo también para nuestro ocio.

Pautas sencillas para trabajar desde casa

Estas pautas son generales, es decir, aplican para el trabajo a distancia en general. Pero me parece importante tener en cuenta que, aunque quizás ya teletrabajases un día a la semana, no es lo mismo que hacerlo todos días a la semana, sin posibilidad de verse un día para reunirse y sin poder salir a tomar el café.

Por lo tanto, recomiendo que las cumplas aunque no lo hicieses cuando trabajabas un día desde casa.

1. Ten unos horarios claros para el trabajo, sin otras tareas

Tanto si te los marca tu empresa, como si puedes marcar tú tu tiempo de trabajo, pon unos horarios claros en los que te estés dedicando a trabajar.

Y no hagas en ellos otras tareas. Antes no las hacías y te daba tiempo. Ahora tendrás más al haberte evitado el tiempo de desplazamiento.

Te puede parecer práctico para aprovechar el tiempo para poner una lavadora mientras contestas al email, pero, en realidad, tu cabeza está a varias cosas a la vez y tienes muchas más posibilidades de hacerlas a medias las dos. Y cualquier imprevisto, que la lavadora no aclare bien y haya que añadir un programa, o que en la tienda hayas encontrado cola para pagar, te va a hacer sentir como si estuvieses perdiendo el tiempo y te va a añadir frustraciones innecesarias.

2. Reserva un espacio de trabajo

El objetivo de este punto, así como del anterior, es que tu mente esté en modo trabajo más rápidamente, con las ventajas que eso te traerá de productividad y de poder disfrutar tanto el trabajo, como el ocio.

Puede que en tu casa no tengas una mesa de trabajo, o que la que tengas la hayas utilizado para tareas creativas o para ver pelis o para pagar facturas, pero que en tu cabeza no está clasificado como espacio de trabajo. Entonces, de momento no lo es.

¿Qué puedes hacer para que lo sea? Mínimo limpiarlo de objetos, decoraciones o documentos que te recuerden el tiempo de ocio o recados. Puede que incluso puedas girar la mesa, o cambiar la decoración de fondo. El objetivo es que lo conviertas en un espacio que lo asocies a trabajo y en el que no hagas nada más.

¿Quiere esto decir que ya no vas a poder utilizar esta mesa para lo que la utilizabas antes durante este tiempo? No, pero si te aconsejo que esos cambios de orientación de la mesa o de decoración, o de objetos  a mano cambien cada vez que cambias de función.

3. Ordena y clasifica tu zona de trabajo

Si puedes, organiza la mesa de forma parecida a como la tienes en la oficina.

En cualquier caso, piensa en tener cerca lo que utilizas frecuentemente, poer ejemplo bolígrafos y un cuaderno. En tener en un segundo lugar, a mano, pero no tan cerca, lo que necesites consultar con cierta frecuencia, quizás algunos documentos y una grapadora.

Y en una zona cercana al espacio de trabajo, pero no al alcance de la mano, otros objetos y documentos que, si bien los necesitas para el trabajo, no se usan cada poco rato. Quizás puede ser un estante de la zona alrededor de tu mesa de trabajo.

Si tuvieses esto último en la mesa, o bien te molestaría por falta de espacio o te quitaría claridad. Pero tampoco puedes tenerlo en otra zona de la casa, puesto que si lo necesitas, vas a encontrar demasiadas distracciones por el camino. Y encima te lo vas a encontrar en otros momentos de ocio.

Quizás te puede venir bien hacerlo al iniciar y al finalizar la jornada, te ayudará a coger la actitud de trabajo y luego a cerrar esos temas en tu cabeza, hasta el próximo día.

4. Vistete con ropa de trabajo

Con lo que sea que esto signifique para ti, porque habrá quien tenga una vestimenta más concreta y quién la tenga más relajada.

Hay muchas razones para esto, la principal por la que la estoy escribiendo aquí es por la actitud que te genera: de trabajo, de ser la persona experta y que produce, de imagen… Esto te va a facilitar concentrarte más rápido.

Y es que con cómo nos vemos, estamos dando la imagen que proyectamos, hacia afuera y hacia adentro. Así que le damos información al cuerpo de cómo nos sentimos.

Pero hay más razones, puede que te llamen para tener una reunión por videoconferencia, preferirás estar con la ropa adecuada. Tanto la parte de arriba como la de abajo, porque puede que te quieras levantar por un vaso de agua y no querrás que te vean el pantalón de pijama.

Si tienes la tentación de quitarte los tacones para trabajar desde casa… hazlo, pero no te quedes en zapatillas. Busca otro calzado, más cómodo, pero que lo veas como posible para el trabajo.

De hecho, te recomiendo que sigas usando el mismo perfume con el que ibas a trabajar. No sólo por la actitud de trabajo que te da de forma invisible, sino porque si esta situación se alarga, echarás de menos cuidarte como cuando lo hacías para salir a la calle.

5. Dedica un tiempo para planificar cada jornada

Ahora es más importante que nunca dedicar un tiempo al inicio de la jornada para planificar lo que tienes que hacer y cuáles son las tareas más importantes del día. También puede ser al final de la jornada anterior, dejarlo ya pensado y escrito para el día siguiente.

Hay a quién le lleva unos diez minutos. Si no tienes la costumbre, hasta treinta o cuarenta es normal. Después, muy rápidamente conseguirás hacerlo en menos de media hora. Pero aunque te lleve un rato, te va a evitar muchas dudas a lo largo del día y será un tiempo bien empleado.

Con esto conseguirás que salgan las cosas que tienes previstas y evitar que las interrupciones de desvíen del camino. Tanto si son de trabajo, como si son de cosas de casa.

6. Protege tus momentos de máxima concentración

Una de las cosas que más cuesta trabajando desde casa es tener una buena concentración. Los puntos anteriores iban dedicados a facilitarla.

Ya conoces tus horas de máxima productividad, seas de mañana o de tarde. Escoge dos horas en esa franja horaria en las que menos interrupciones sueles tener y protégelas. En ese rato, no admitas interrupciones, dedícalas a lo más importante que debas producir, pensar, crear o decidir.

Para evitar interrupciones, comunícale a las personas más cercanas esa franja en la que no vas a estar disponible. Y apaga el teléfono e internet, si no lo necesitas para el trabajo.

7. Cuida la comunicación con tu equipo de trabajo

Desde casa, puede que os sintáis más distantes. También puede que más a gusto, sin interrupciones ni preguntas. Cada persona es de una manera de ser.

Pero casi seguro que están echando de menos una cierta conexión, ¿a ti no te ha pasado que todos tus grupos de whatsapp están muy activos? La gente tenemos necesidad de contacto, de saber que tenemos a otras personas ahí a las que les importamos o les importan las mismas cosas que a nosotros. Con lo cual puede que estés recibiendo un montón de mensajes en el trabajo que te parezcan sin sentido, chorradas. Puede que lo sean, pero no las trates así, puede que su finalidad sea generar conexión. Y eso es valioso en sí mismo.

Pero tampoco permitas que eso se convierta en un descenso de tu productividad.

Tampoco caigas en la trampa contraria: como ya no hay que verse, comentar muchos menos temas y tomar muchas menos decisiones conjuntas. Quizás acabáis trabajando en direcciones distintas, con la frustración que eso conlleva.

Por lo tanto, planifica un momento de conversación al día. Preferiblemente, por vídeo o por llamada, para poder trasladar información y tomar decisiones conjuntas de manera más fácil. Quizás, dependiendo de cómo sea tu equipo, hasta te interese tener dos reuniones breves al día. Una para acordar los objetivos de la jornada y otra para resolver incidencias.

El email es mejor usarlo para las preguntas que no son urgentes o para la información que convenga que quede por escrito, disponible para consultarse en cualquier momento.

Y si ves que tú también necesitas ese momento de conexión, queda con alguien de tu entorno de trabajo a la hora del café y llámale para charlar de los temas diarios.

Conclusión para aprovechar el teletrabajo

Estas pautas te ayudarán a que tu cabeza separe el trabajo y el ocio y puedas disfrutar los dos con más facilidad.

¿Quiere esto decir que no vas a poder trabajar en zapatillas y pijama, que era la ilusión de tu vida? Pues tampoco. Si lo estabas deseando, hazlo un día, pero sólo uno, no se puede convertir en tu nueva rutina. Y si no lo estabas deseando, mejor no lo hagas.

Dedicar el día entero a hacer malabares entre el trabajo, las tareas de casa, la familia, la compra y la comida, hace que no disfrutemos ninguna y acabemos sintiéndonos poco eficaces en todo. Por eso aconsejo compartimentar y proteger tu momento de máxima productividad. Hasta es probable que consigas hacer en 6 horas lo que antes hacías en 8.

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